Nunca he sido fanática de los dibujos animados, el mundo de fantasía que mediante ellos se transmite nunca fue un deleite para mí. Incontables han sido las ocasiones en las que he mirado estupefacta a mi hermana, preguntándome por qué se ríe tanto con "Los Padrinos Mágicos" o, en su defecto, una mona japonesa antigua llamada Aralé. Algunas veces ha pensado que esa capacidad de ser niña me ha abandonado un poco, dejándome en una amargura adulta, en donde nada que no tenga la razón como asidero me causa risa. Mi intención no es dármela de intelectual, pues es bien sabido que él que de algo se jacta es porque necesita reafirmarse lo que es, lo cual no quiere decir que efectivamente lo sea, es decir, necesita recordarse de su personalidad. Como lo dije anteriormente, no me las quiero dar de nada, pero entiendo que mis deseos de comprender la realidad me dejan al margen de disfrutar de situaciones creadas en base a fantasías. Por eso no me gustan los monos, ya que no me entregan l...
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