T.I.M.E

Se sentó a mirar como todo pasaba frente a ella. Siempre se sintió más segura resguardada en la comodidad de su pose, con las manos perdidas en el abismo de su falda y las imágenes desfilando por su pupila dilatada. Sólo viendo, sólo sintiendo, sólo dejando...
Le agradaba sentir cómo el tiempo se escabullía entre las hebras de su pelo, causando estragos en el reloj de su cuerpo. Porque cada escena que veía significaba minutos que restaba a su existencia. Vivía y moría por otros.
Un buen día se casó de estar sólo mirando, de caminar por vidas ajenas y tropezarse en la de ella. Pensó que lo mejor sería tomar bandos, realizar acciones, correr, respirar, vivir. Comenzó con pequeñas cosas, sintiendo satisfacción inmediata, sensación de tarea cumplida y vitalidad recuperada.
El poder subió por sus venas y se supo creadora de su propio presente, haciendo con eso mella en el pasado y en el futuro. Vivió algrerías, lloró tristezas y cayó en desesperaciones, pero nada la detenía.
Hasta que un día se cansó...tomó un atajo a su pose inicial, se sentó abriendo sus grandes ojos y acariciando su regazo. Todo pasaba mientras ella quedaba y en sus pestañas se enlazaban los minutos que que la vida le iba descontando. Estaba comodamente atontada....

Gisse.

Fotografía:
Ansel Adams.
Road Nevada Desert- 1960.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Sacrificio Temporal.

El amuleto estrangulante