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Mostrando entradas de febrero, 2009

El Dakota: Una Fantasía.

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Cuidad de Nueva York, miércoles 09 de enero de 1980, 2:07 pm John inhaló profundamente de su pitillo de mota tailandesa, el segundo día, lo suficientemente grueso para ser un churro. Sentado en la "posición espuria" en su cama, la cital del National Enquirer golpea su cerebro vivamente: "Si yo no hubiera hecho dinero honestamente, hubiera sido un criminal. Yo nací justamente para ser rico" Y su mente vuela hacia atras, a través de los años. Se ve en Liverpool, en el club La Caverna, en 1961, vestido de cuero y sudando, tocando para una audiencia a la hora de almuerzo, el chillido de las mujeres enloquecidas con él. ¿Pero qué si el maldito Brian nunca hubiera entrado? ¿Qué si esto nunca hubiera sucedido? Me imagino estancado en Liverpool a los 21, bebiendo como un cosaco en un jodido estupor cada noche. Sería un maldito marinero gruñón, que baja por los muelles por un par de libras extras. Sí, claro, algún genio de mierda. Soy afortunado porque no me volví loco y ma

El silencio que soy.

Trataba de ver qué tanto podría arder su alma si la situaba tras una lupa. No era necesaria la existencia del sol, ya se había ido hace algún tiempo, borrando las calurosas tardes en las que se sentaba a pensar en eso que no tenía nombre, en eso que sin un apellido se tranformaba en los leones que devoraban la llama que en su calor se perdía. Así transcurrían los días sin tiempo, envuelto en estrellas que en su negra cabellera se apagaban, tal cual cigarros vivos ahogando su rojo clamor en las sombras de un cenicero lleno de preguntas, de seres sin nombre, de lugares ausentes de paisajes, de música acompasada bajo el compás de los sin melodía. Vio que eso que quería encontrar estaba, más no tenía un clara existencia, sólo sabía que vivía; más no conocía su dirección fija. Estaría en la lupa o en mi alma, se preguntaba mientras imaginaba a ese corazón en llamas, abrazado por los brazos de lo inimaginable, por ese ego sin ser que lo atormentaba, pero que también lo acunaba en sus brazos

Ciega yo???

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"Estoy ciego, estoy ciego, repetía con desesperación mientras le ayudaban a salir del coche, y las lágrimas, al brotar, tornaron más brillantes los ojos que él decía que estaban muertos. Eso se pasa, ya verá, eso se pasa enseguida, a veces son nervios, dijo una mujer". José Saramago. "Ensayo sobre la Ceguera"